Cristianas y Cristianos de Base de Madrid
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CAMPAÑA DE LA RENTA 2013

POR UNA IGLESIA POBRE, LIBRE Y SOLIDARIA

Viernes 2 de mayo de 2014, por Cristianxsdebasedemadrid

Una año más, las Cristianas y Cristianos de Base de Madrid alzamos nuestra voz coincidiendo con la “Campaña de la Renta 2013” Esta campaña nos brinda la ocasión de reflexionar sobre la situación económica que estamos viviendo y la importancia que tienen las políticas fiscales que se diseñan, que podrían ser una herramienta al servicio de una distribución más justa de las riquezas del país. Sin embargo, la “declaración de la Renta” nos plantea un montón de contradicciones: se nos ofrecen tres “casillas’ a través de las cuales podemos indicar el destino preferente de parte de nuestros impuestos: de un lado, el general de la bolsa común con la que se ha de atender a las necesidades y servicios comunes a todos; y, de otro, dos casillas más destinadas una a la Iglesia Católica (IC) y otra a “fines sociales”. ¿Qué hacer? Para disponer de un criterio orientador de nuestro comportamiento en materia de impuestos, HEMOS DE MIRAR A NUESTRO ALREDEDOR Y OBSERVAR LO QUE ESTÁ OCURRIENDO: a) La pobreza y la exclusión afectan cada vez a más personas: La fotografía mostrada en el Informe 2014 de Caritas (http://www.caritas.es/noticias_tags... ) y presentada recientemente, no deja lugar a dudas de que las cosas van a peor. En el último trimestre de 2013 el porcentaje de hogares sin ingresos pasó del 2% al 4%, alcanzando la cifra de 700.000 hogares sin ingresos a finales del año 2013. Hay ya un total de 11,7 millones de personas que está en situación de exclusión, de las que 5 millones sufren ya exclusión severa. Somos el segundo país de la UE donde hay más niños en situación de pobreza (tras Rumania)

b) Y mientras la pobreza se extiende, crece la riqueza: En España, el número de millonarios subieron un 12,2%, alcanzando la cifra de 402.000 personas millonarias a mediados de 2013. En un año en España se han hecho millonarias 47.000 personas más.

c) Frente a estas dos crudas y escandalosas realidades, la Iglesia Católica, aumenta su patrimonio sin cesar… La legislación actual otorga privilegios a la I.C. para apropiarse de los bienes inmuebles que no constan inscritos en los Registros de la Propiedad. Y lo hace abusando de disposiciones legislativas muy trasnochadas que nadie se ha molestado en cambiar. Un ejemplo claro y muy actual es la Ley Hipotecaria de 1944 (art.206) y su Reglamento Hipotecario (art. 304), reformado por Real Decreto en 1998 (Gobierno de Aznar), en los que se equipara, de manera explícita, a la Iglesia Católica con el Estado, la Provincia, el Municipio, y las Corporaciones de Derecho Público, a la hora de facilitar la “inmatriculación” (inscripción en los registros de la propiedad) de bienes inmuebles no registrados, legitimando a los Obispos Diocesanos a expedir las certificaciones pertinentes y asimilándolos de este modo a los funcionarios públicos. Por este procedimiento la Iglesia se ha hecho propietaria de la Mezquita de Córdoba, que pertenecía a la ciudad de Córdoba. Y lo mismo ha ocurrido con otros 5.000 inmuebles (viviendas, terrenos, ermitas e iglesias…) de carácter religioso o de uso civil, en toda la geografía española.

Recientemente se ha dado a conocer que el Gobierno está elaborando un Anteproyecto de Ley Hipotecaria en el que se modificaría ésta situación en el sentido de privar a la IC de éste privilegio, pero no tendría carácter retroactivo, por lo que todo lo registrado hasta el momento en que la nueva disposición entre vigor, quedaría en poder de la Iglesia Católica. Además, una vez publicada en el BOE, su entrada en vigor se retrasará 12 meses más, por lo que las operaciones de registro de nuevos bienes podrán seguir teniendo lugar durante el año siguiente a la aprobación de la nueva Ley. Al margen de las consideraciones éticas y morales que esta realidad, aun poco conocida, nos merezca, es obvio que la situación es insostenible y denunciable por ser incompatible con la Constitución, que afirma que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”. A esta escandalosa situación, se añaden los más de once mil millones de euros entre subvenciones directas y exenciones fiscales, que salen de las arcas públicas para ir a, o quedarse en manos de la Iglesia Católica Ese montante es la suma de los diversos conceptos por los que la IC recibe fondos del Presupuesto Público (exención de impuestos, como el IBI, financiación del clero y de los profesores de religión en colegios públicos y concertados, subvenciones a colegios privados confesionales, mantenimiento de capellanes en el ejército, las cárceles, hospitales, universidades, cementerios, etc.., , etc.) siendo, junto con la Banca y las grandes corporaciones, la única entidad que no ha sufrido recorte alguno. No a las casillas particulares en la Declaración de la Renta: Estando las cosas así, ¿qué razón habría para marcar la casilla de la IC en la declaración de la renta? Es difícil encontrar alguna, máxime si somos conscientes de que una parte de lo recaudado por el número de contribuyentes que marcan la casilla se restará de la bolsa común del presupuesto del Estado para dárselo a la Iglesia Católica. En efecto, los ciudadanos que la marquen contribuirán directamente a que la bolsa general obtenida con los impuestos de todos, se vea mermada. Otro tanto pasará si se marca la casilla de los fines sociales, pues, al margen de que la mayoría de ONG’s a las que se destina el dinero de los impuestos pertenecen a la IC, (hay otras pertenecientes a partidos políticos y otras organizaciones, etc.), con esa asignación ocurre lo mismo que con la casilla de la Iglesia Católica, que parte de lo recaudado de los contribuyentes que marcan esta casilla “para fines sociales” se resta también de la bolsa común, que es el fondo con que el Estado ha de hacer frente a todas las necesidades comunes de la población. La única opción para favorecer LO COMUN es no marcar ninguna de las dos casillas Si, como cristianos, queremos una Iglesia libre, pobre y solidaria y si, como ciudadanos conscientes, queremos que el Estado atienda todas las necesidades sociales como en justicia merecen, contribuyamos honestamente con nuestros impuestos al erario público y exijamos transparencia en la distribución de los recursos. Pero, a la vez, en nuestra Declaración de la Renta, optemos por NO MARCAR, NI LA DE LA IC, NI LA DE FINES SOCIALES.

POR LA AUTOFINANCIACION DE LA IGLESIA CATOLICA Y DE TODAS LAS DEMAS CONFESIONES RELIGIOSAS POR UNA IGLESIA CATÓLICA POBRE, LIBRE Y SOLIDARIA NO MARQUEMOS LA CASILLA DE LA IGLESIA NI LA DE ‘FINES SOCIALES’ EN NUESTRA DECLARACIÓN DE LA RENTA

Abril de 2014

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