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CONTRA LA PEDERASTIA: VERDAD, JUSTICIA Y REPARACION

Nota de Cristianxs de Base de Madrid. Marzo 2014

Domingo 23 de marzo de 2014, por Cristianxsdebasedemadrid

1.-Los hechos denunciados por la ONU

La Comisión para la Protección de los Derechos de los Niños, de las Naciones Unidas, ha hecho público, a primeros de Febrero de 2014, un duro Informe en el que acusa explícitamente a la jerarquía de la Iglesia Católica (en adelante IC) de ser responsable de numerosos abusos cometidos con menores en sus instituciones (parroquias, colegios, seminarios, orfanatos, etc.). El hecho no es nuevo, pues la pederastia es un cáncer que viene minando desde hace tiempo el prestigio de la I.C. con escándalos que van saltando a los medios en muchas ocasiones y en muchos países. Pero ahora se ponen cifras aproximadas: estos hechos afectan a decenas de miles de clérigos en muchas partes del mundo.

El informe de la ONU es duro, pero ponderado. Reconoce algunos esfuerzos de la jerarquía de la IC, al aprobar ciertas medidas para prevenir tales abusos a menores. Pero subraya que han sido muy insuficientes y denuncia de modo explícito la opacidad y el sistemático encubrimiento que la IC está practicando con los abusadores, “… transfiriendo de una parroquia a otra, o a otros países, a abusadores de niños bien conocidos”.

A ello cabría añadir la incalificable práctica de amenazar con penas de excomunión a algunos de los denunciantes, por el afán de anteponer la propia reputación de la IC a la defensa de las víctimas de estas tropelías, los niños y jóvenes abusados.

Ante estos reiterados hechos, la Comisión para la protección de los derechos de los niños, de Naclones Unidas, exige a la IC que “destituya de sus cargos y entregue a la Justicia a todos aquellos que sean culpables de abusos sexuales a menores”, para lo que pide al Vaticano que haga público el contenido de sus archivos.

2.- La respuesta del Vaticano ante el informe: al contraataque

A pesar de las tímidas medidas tomadas por la IC, incluido el reciente anuncio del Papa Francisco de crear una Comisión específica para investigar los casos de pederastia que se han dado en la Iglesia Católica, cuya composición y funciones aún no se conocen, la reacción del Vaticano a la publicación del Documento de la Comisión de Naciones Unidas ha sido de “contraataque”, intentando descalificar a dicha Comisión. Se la acusa de faltar a la verdad. La Nota oficial dice que el Vaticano “lamenta ver, en las observaciones conclusivas, un intento de interferir en la enseñanza de la Iglesia Católica sobre la dignidad de la persona humana y en el ejercicio de la libertad religiosa” (Comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 5.02.2014).

Ningún reconocimiento de culpa, ninguna petición de perdón, ningún propósito de cambio radical, de cesar en el ocultamiento y la impunidad de los abusadores y de proteger y defender realmente a las víctimas, los seres más desprotegidos y vulnerables, los menores.

¿Hasta cuándo va a seguir el Vaticano con su tradicional estrategia de culpar al mensajero o al testigo? De momento sigue la estela de lo que ya en 2002 expresaba el entonces cardenal Ratzinger (Univ. Murcia, 2002): “Estoy convencido de que la presencia mediática constante de los pecados de los sacerdotes es una campaña planeada. El porcentaje de esos escándalos no es más alto que en otras categorías profesionales e incluso es menor. Hay un deseo expreso de desacreditar a la Iglesia”.

Estas palabras no dejan de escandalizarnos. Se suponía que los “sacerdotes” no eran una profesión comparable a cualquier otra; que tenían cierto deber de ejemplaridad, de ser irreprochables. Pero parece ser que no.

3.- Contra la impunidad, reforma estructural de la Iglesia Católica

La valoración moral de estas conductas, no puede ser más que negativa. Arrebatar a los niños y jóvenes su dignidad, causándoles graves daños psíquicos y mentales es, cuando menos, un ejercicio de crueldad insoportable que solo puede esperar el rechazo más absoluto del conjunto de la sociedad y, desde luego, de los cristianos.

Pero no basta la condena moral. Para que la IC pueda mirarse en el espejo, urgen cambios radicales en su propio seno. Porque no estamos sólo ante un problema de conductas individuales, sino ante un mal estructural. El gran pecado de la Iglesia no es tener manzanas podridas en su seno, sino mantenerlas y protegerlas. Las prácticas de pederastia ponen de relieve que es necesario y urgente una reforma profunda de la Iglesia–institución, eliminando todas las estructuras de poder y autoridad no democráticas, y cuestionando la misma realidad del Vaticano como Estado.

Para que el Cristianismo pueda tener credibilidad en el mundo de hoy, son necesarios cambios radicales en el seno de la IC. Sólo desde las cenizas podrá resurgir una nueva Iglesia. Y el primer paso para ello, deberá ser reconocer públicamente los delitos de pederastia cometidos y ocultados, poner fin a la impunidad de los abusadores, abrir los archivos de la Iglesia a la Justicia civil, pedir perdón, y adoptar medidas de reparación del daño causado.

En esta hora de vergüenza pública, los cristianos de base reclamamos de la Iglesia Católica, ¡Verdad, Justicia y Reparación!

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